¿De qué mueren los diseñadores?

Existen una serie de males o pesadillas que los diseñadores tienen que afrontar. Si no se tratan correctamente, ¡pueden llegar a hacer cerrar un estudio!

Hoy veremos 6 de estos males y soluciones para cuidarse de ellos.

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Transcripción del podcast por si lo tuyo es leer a tu rollo con una buena taza de te/café/mate...

Jason Harrington era un diseñador que pensó que tenía delante una web mal diseñada por culpa de un mal diseñador. ¡Pobre! No supo lo lejos que estaba de la realidad hasta que fue demasiado tarde.

Todo empezó el día en que cierto cliente llegó a su estudio explicando que tenía una web horrible y quería rehacerla.
El cliente explicó que no se había entendido con el anterior estudio de diseño y quería cambiar.

Jason comprobó que la web era horrible. Incluso había un horrible gif del perro del cliente saludando en la home, bodrio que no tenía nada que ver ni tan siquiera con lo que el cliente vendía.

Todo empezó bien: cerraron un briefing y Jason acabó diseñando una web que al cliente parecía gustarle.

Pero cuando estaban ya en la fase final de diseño, el cliente llegó con algunas objeciones.

Primero fue que no acababa de estar seguro con la gama de colores. Sugirió (entre nosotros, impuso) añadir unos nuevos colores. Jason sudó tinta china para conseguir incluirlos sin destrozar mucho el diseño.

Luego llegó el turno en el que el cliente “sugirió” cambios en el menú, después la tipografía, cambios en las fotos, en la estructura…

Poco a poco el diseño se había transformado. Entonces llegó de nuevo el cliente e hizo una “sugerencia” más: “Estoy muy unido a mi perro, todo lo hago con él. Me gustaría que saliera de una forma graciosa en la home”.

Jason abrió al momento la web del diseñador anterior y puso al lado la suya. La única diferencia ya en ese punto era el perro.

Jason rompió por lo sano educadamente con el cliente. Había dedicado mucho tiempo a ese proyecto y veía que no iba a acabar bien el tema. No podía dedicarle un segundo más.

Permíteme ser sincera ahora: Jason no existe. Pero seguro que esta historia te suena. Tiene mucho de los males que acechan a los diseñadores.

Son pesadillas comunes de nuestro sector que hoy me gustaría compartir contigo en el episodio de esta semana: “¿De qué mueren los diseñadores?”

¿Empezamos?

Hace tiempo que tenía muchas ganas de escribir sobre el tema. Como diseñadora y programadora veo a diario qué diferente es el mundo del diseñador del programador. Yo misma experimento lo diferente que se trata al diseñador del programador.

Por eso tenía muchas ganas de hablar sobre el tema y compartir con vosotros los principales dolores de cabeza que nos dificultan el avance de nuestro negocio, y que en algunos tristes casos incluso han conseguido que algunos profesionales cerraran su estudio.

Para hablar del tema he dividido el episodio en los 6 principales males que desde mi opinión, queman a los diseñadores y diseñadoras. Se tratan, desde mi punto de vista, de las pesadillas que cualquier profesional del gremio se ha encontrado por lo menos en algún momento. En el peor de los casos, tienen que lidiar con ellas a diario. Y en algunos de estos casos, las consecuencias son fatales que llevan incluso a la decisión de cerrar el estudio, aunque los fundadores no quieran o sientan que realmente les haya llegado el momento de hacerlo.

¿De qué mueren los diseñadores?

Veamos a continuación las principales pesadillas que nos pueden llevar a cerrar un estudio, ¡o por lo menos a planteárnoslo!

Interminable número de rondas de revisión

Solo con el nombre probablemente ya sabes a qué me refiero. Son esas rondas de revisión del diseño presentado en las que el cliente dice que “ok” pero que ahora tiene que presentárselo a su superior, o al resto del equipo porque esta decisión quieren tomarla entre todos, etc.

Luego sucede que el superior tenía otro superior que también debía verlo y aprobarlo, o que el equipo está indeciso y han decidido presentarlo al departamento de ventas, o a otro superior, etc.

La mejor opción para evitar esta situación es tener claro desde el principio quien debe tomar la decisión y hablar con él a la hora de presentar el diseño.

Si quieren tomar la decisión entre varias personas es más complicado porque muchas veces es difícil incluso conseguir que esas personas puedan sincronizar agendas para una reunión online.

En cualquier caso, asegúrate de que la persona de contacto es una de las personas que toman la decisión si no es posible presentarlo a todos de una vez, y establece un calendario de respuesta. En cualquier caso, evita tener como persona de contacto alguien que no tiene voz ni voto en el cliente.

Y cuando presentes el diseño, no cierres la presentación diciendo “ya me diréis”, mejor ciérrala consiguiendo una fecha límite sugiriendo algo como: “Lo más conveniente para que el proyecto avance al ritmo deseado, será establecer un deadline del próximo paso: ¿ cuándo podréis tener la respuesta sobre este diseño? Por ejemplo, ¿Qué os parecería la semana que viene…?”. Igual tendrás que presionar un poquito, sin pasarte, para fijar esta fecha.

Clientes indecisos

Me refiero a esos clientes que no están seguros de lo que quieren, simplemente tienen un concepto en mente. Debido a esto, el diseño nunca es exactamente lo que tenían en mente o no llega a lo que les gustaría que fuera, aunque esto no está claro, sólo es una inutiación de nuevo.

En muchos casos, su indecisión va acompañada de inseguridad: si no saben lo que quieren realmente, nunca se atreven a dar el paso a aprobar ninguna solución que les aportes.

Este tipo de clientes pueden volverte loco y hacerte perder mucho dinero. Por un lado, te pueden llevar a trabajar mucho más de lo que realmente el proyecto necesitaría, realizando muchas más rondas de revisión de las que esperabas, con la consiguiente aplicación de correcciones y presentación de nuevas propuestas.

Además, te conllevan tantas horas que pueden comprometer tu tiempo para otros proyectos y clientes. Y peor aún, pueden robarte tu tiempo para tus acciones de marketing y ventas, con lo cual una vez que acabes con ellos puedes encontrarte sin más proyectos sobre la mesa.

Una posible solución para evitar este problema es crear un briefing muy cerrado y detallado desde el principio que indique cuál es el objetivo y alcance del proyecto y el entregable final. Además, en tu propuesta inicial al cliente para que te contrate, incluye ya todo lo que puedas sobre estos puntos, además del número de reuniones (online o offline) y el número de revisiones.

Otro punto muy importante es no hacer ningún movimiento hasta que el cliente no confirme nada. Es decir, ni se te ocurra empezar a intentar adelantar en la siguiente fase del proyecto hasta que no haya aprobado la actual. Por ejemplo, si has entregado los wireframes de la web, ni se te ocurra intentar emezar a trabajr el diseño de ninguna página hasta no recibir la aprobación por parte del cliente con su confirmación de que todo es correcto.

Esta forma de proceder debería ser una norma de oro en todos los proyectos, pero en estos casos es todavía más importante.

Clientes con ideas “maravillosas”

Clientes con ideas maravillosas

Son esos clientes que tienen muchas ideas y sin parar. Es genial trabajar con personas entusiastas y creativas. Sin embargo, se convierte en un problema cuando piden mucho en muy poco tiempo, cambian las especificaciones (briefing), etc.

Para tratar este tipo de clientes, es conveniente una renión inicial cara a cara para asentar tus ideas de diseño. Así puedes detallar lo que ya visualizas como un concepto de diseño alcanzable. Facilítaselo también por escrito luego para dejar constancia.

Si lo que le dices al cliente no le gusta porque encuentra que hay poco espacio para sus ideas creativas y repentinas, aconséjale que busque otro profesional. Así tú puedas seguir trabajando en los proyectos actuales, buscando nuevos, y seguir así avanzando y creciendo.

Maldito perfeccionismo

Hasta ahora hemos tratado todo causas relacionadas con los clientes. Pero no todos los males de un diseñador vienen del exterior. Hay un gran mal que podría estar realmente en el inicio de esta lista, se trata del perfeccionismo, combinado a menudo con la autoexigencia.

El cuidado por los detalles es un factor fundamental para conseguir un buen diseño bien acabado. Sin emgaro, el perfeccionismo puede irnos en contra al provocar que dediquemos muchos más recursos de los que tenemos para un proyecto.

Puede ser que te exijas mucho más de lo que el cliente esperaba y, peor aún, estaba dispuesto a pagar. En algunos casos esto puede ser especialmente frustrante porque después de todo el esfuerzo de más puedes encontrarte con que el cliente ni siquiera valora el trabajo de más y el salto cualitativo o de posicionamiento conseguido en el resultado.

Como consecuencia directa, depsués de todo el trabajo realizado te encuentras con pérdidas en el proyecto sumadas a una gran frustración por falta de cualquier tipo de reconocimiento.

No es realmente la mejor combinación para animarte a seguir. Si encima lo haces a menudo en los proyectos, puede ser una carga demasiado pesada tanto para tu estudio a la hora de cubrir gastos, como para tu mente para mantener un buen estado de ánimo.

Cuando reina el descontrol…

Hay muchos diseñadores que son grandes organizadores. Pero también puede ser que precisamente tú no seas uno de ellos y lo de ser estructurado y ordenado no vaya contigo.

En tu vida personal o en todo aquello que no afecte a tu trabajo o al del resto del equipo, sé como quieras ser y relájate como prefieras. Pero en el estudio, la desorganización y el descontrol sólo pueden crear problemas.

Tanto si trabajas sólo como en equipo, determina procesos con flujo de tareas para cada actividad o tipo de proyecto. Cuando empiece un proyecto, deberá estar clara qué tareas deben hacerse, quién las hace, cuándo debe ser la fecha de entrega, etc.

Si no es así, puedes acabar con clientes enfadados que lejos de recomendarte, te desrecomiendan. El descontrol llega a todos, tanto a tus compañeros como a los clientes y proveedores u otros expertos con los que trabajes.

Cuando el amor se acaba, o nunca lo hubo…

Se suele comparar la elección de un socio o socia con el matrimonio. YO creo que sinceramente es una metáfora muy acertada.

Muchos matrimonios empiezan con mucho amor, o creyendo que lo hay, tienen un buen noviazgo, una gran boda seguida de una maravillosa luna de miel… y a los pocos años se divorcian a gritos, con rabia y odio.

No entraré en cuestiones maritales ni de relaciones sentimentales, pero sí que diré que esto mismo pasa entre muchas personas que se asocian.

Es importante dejar claro desde el principio cómo van a trabajar los socios, cuál es su objetivo, hacia dónde quieren que vayan las cosas, cuánto esperan crecer y que ansian conseguir…

La cuestión personal también es importante. Creo personalmente que es mucho más fácil entenderse cuando las persoans están en situaciones personales parecidas;

Por ejemplo, cuando hay dos socios y uno de ellos se casa empieza a tener hijos y el otro no, la situación personal de cada uno de ellos es totalmente diferente. Para el que no ha tenido hijos todavía y no planea tenerlos a corto plazo, será bastante complicado y duro aceptar el cambio del otro. Muchas veces es debido a que la situación del otro le puede implicar durante un buen tiempo hacer más horas o tomar más responsabilidades.

Este caso es especialmente notorio entre socias. Cuando los socios son todo hombres puede ser menos notorio.

Yo he visto diferentes casos aquí. De lo que más he visto es de estudios creados por socias cuyas vidas personales habían sido completamente distintas, y cómo una de ellas había acarreado con gran parte del estudio en ciertos momentos. En los dos casos más cercanos, consiguieron hablarlo y encontrar soluciones para compensar lo que una había podido hacer de más en ciertos momentos.

También he visto casos de dos socios que se cuidan con la generosidad de un matrimonio que realmente se quiere. Son socios que anteponiendo el estudio y el bienestar del otro. Debo decir que esto sólo se da cuando realmente tiene esta forma de ser en la vida. Así que una muy buena manera de saber si elegir a un socio o no es ver cómo trata a las personas de su alrededor en el día a día. No te confundas, si tu socio engaña a su mujer, por qué no va a engañarte a ti en otro momento?

Lo más recomendable en estos casos es:

  1. Elegir a tus socios como si estuvieras eligiendo tu matrimonio.
  2. Incluso si tu socio es tu mejor amigo del alma o tu propio hermano, puede ser muy conveniente hacer un contrato legal. Con él estableceréis cómo va a ser el viaje juntos; cómo van a ser las cosas si todo va a más; o cómo va a ser la repartición si la cosa no va tan bien; etc.

Conclusiones

Hoy he querido compartir contigo estos 6 males o enfermedades del sector del diseño. También que querido aportar soluciones para salir del victimismo, encontrar salida y poder seguir disfrutando de nuestro trabajo.

Espero que hayas disfrutado y lo puedas poner todo ello en práctica muy pronto.

Si te ha gustado puedes también compartirlo en tus redes sociales para ayudar así a otros diseñadores a poder seguir con una sonrisa en su trabajo.

Y ahora, sólo decirte que muchas gracias por escucharme. Si te ha gustado y te ha parecido interesante este podcast, puedes subscribirte a mi newsletter en maria-pascual.es para no perderte los próximos capítulos y poder acceder a los materiales exclusivos para los suscriptores.

Y con esto me despido. Te espero en el episodio de la semana que viene con más conceptos, herramientas y metodologías para negocios User Interface y data vizualization que te ayuden cada vez a empoderarte más y más, y llegar más y más lejos.

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